Ya es oficial, ¡la Navidad está aquí! Y con ella, comilonas y sobremesas interminables. ¿Estás preparado?
Como sabemos que una de las cosas más estresantes de estas fechas es organizar la cena de Nochevieja, desde Vinos Sanz vamos a echarte una mano para que tu cena sea ¡inolvidable!
Te argumentamos 3 propuestas de maridaje para celebrar la última noche del año como se merece. ¿Nos acompañas?
1. Un primero para comenzar la noche con buen pie
Sabemos que, sirvas lo que sirvas para cenar, tu mesa estará repleta de todo tipo turrones, jamón, quesos… en fin, que el entrante en esta cena no es ni necesario nombrarlo. Tira de tradición y ¡acertarás seguro! Así que nos vamos directos al primer plato.
Para comenzar, sirve una ensalada templada con mejillones, gambas y bígaros. Esta ensalada lleva, entre otras cosas, frambuesas y un toque de vermut.
Acompáñala con un Verdejo Cien x Cien, un blanco con D.O. Rueda. Sus intensas notas frutales y aromas herbáceos irán genial con el marisco y el toque frutal de la ensalada.
No te olvides la champanera al lado de la mesa: este vino debe ser degustado a un temperatura de entre 9 y 11 grados. ¡Será la contraposición perfecta a tu ensalada templada!
2. En el plato principal ¡ve a lo seguro!
Para el segundo no te la juegues, prepara una carne al horno. Son sencillas de preparar y te dejarán tiempo para prepárate tu y decorar la mesa antes de que lleguen los invitados.
Nosotros te recomendamos hacer codillo al horno con una guarnición de patatas y cebollas. Súper fácil y jugoso.
Acompaña esta carne con un buen vino tinto. El vino Sanz La Capital Roble aportará a tu plato principal todo el carácter e intensidad que cabe esperar de un vino 100% Tempranillo. Los ligeros toques de frutas rojas, cacao y vainilla reforzarán todo el sabor de la carne, y dejará un recuerdo imborrable en la mente de tus invitados.
3. Pon la guinda a tu cena
Tradicionalmente, en muchas casas se obvia el postre por considerar que turrones y polvorones pueden tomar su lugar. ¡Craso error!
Pon la guinda a tu cena presentando a tus invitados un coulant de chocolate acompañado por nuestro vino La Chalada. Un Verdejo semidulce, intenso y refrescante, con un equilibrio perfecto entre acidez, azúcar y alcohol que acompañará estupendamente al chocolate del coulant y que dejará a tus comensales con el mejor sabor de boca.
El amor y el vino son 2 conceptos que se llevan muy bien. No hay mejor acompañamiento para un encuentro romántico que unas copas de vino. De hecho, la relación entre estos dos conceptos va mucho más allá de lo que puede parecer a simple vista, pues el disfrute de ambos se sustenta en reacciones químicas producidas por el sentido del olfato.
El enamoramiento es un conjunto de procesos químicos que se producen en el cerebro, en el que el olfato, más que cualquier otro sentido, tiene un papel protagonista desde la sombra. Así lo confirman numerosos estudios, que relacionan por olores y la emisión y recepción de feromonas con la atracción física y emocional a otras personas.
Al igual que en el enamoramiento, el olor toma un papel fundamental a la hora de catar un vino.
Desde el primer momento de la experiencia, en la fase olfativa de la cata, se valoran factores como la intensidad del olor, su complejidad y la calidad. En este momento apreciaremos las características del vino y hacemos nuestro juicio sobre el mismo. Y no es una tarea sencilla, ¿sabías que hay decenas de posibles olores dentro de una copa de vino?
Las cualidades aromáticas provienen de diversos orígenes: generalmente se clasifican en aromas primarios (provenientes de la cepa y la propia uva), secundarios (se liberan al girar la copa, provenientes de los procesos de elaboración) y terciarios (resultado de la crianza en madera de ronle, etc). Por ejemplo, los vinos blancos suelen ser más afrutados que los tintos. Para hacerte una idea de las posibilidades, esta es la rueda de colores de aromas del vino:
Como ves, solemos dejar al sentido del olfato en un segundo plano cuando lo comparamos con la vista o el oído. Sin embargo, es un sentido que se asocia directamente a la memoria y los sentimientos, que actúa a niveles conscientes e inconscientes de los que a veces no nos damos cuenta.
De hecho, un estudio de la Universidad Rockefeller de Nueva York, concluyó hace pocos años que una persona puede recordar de media un 1% de lo que toca, un 2% de lo que oye, un 5% de lo que ve, un 15% de lo que prueba y un 35% de lo que huele.
Así que la próxima vez que disfrutes de una copa de vino con esa persona a la que deseas, agradécele a tu nariz que sea uno de los mayores responsables de que la situación fluya, en todos los aspectos. Y es que ya lo decía el poeta griego Eurípedes en la antigüedad, “Donde no hay vino, no hay amor”.