La Sauvignon Blanc es una uva de piel verdosa originaria de Francia que hoy en día se ha extendido por el mundo y es el origen de uno de los vinos blancos más populares.
Sus distintas variedades pueden ser herbáceas o jugosas y tropicales, pero siempre expresarán su acidez característica. Es refrescante, fácil de identificar y hay un estilo para todos, por eso el club de fans de Sauvignon Blanc sigue creciendo. Si quieres formar parte de él y no equivocarte nunca, sigue nuestros consejos para disfrutar de las mejores botellas de Sanz Sauvignon, Finca La Colina Sauvignon, y El Loco de Finca La Colina, nuestras propuestas con esta variedad de uva.
Conoce las distintas variedades
El sabor de Sauvignon Blanc es uno de los vinos blancos más identificables en el mundo por varias razones. Aunque hay pequeños matices.
Cuando se cultiva en climas más fríos o se recolecta temprano, el carácter verde herbáceo es más prominente. En climas más cálidos o si se deja colgar por más tiempo en la vid, el carácter de pirazina disminuye a favor de sabores de frutas más maduras que van desde pomelo, maracuyá y guayaba.
Conservarlo en un lugar seco
Todo el vino debe almacenarse en un lugar fresco y seco, lejos del calor y la luz. La mayoría de los Sauvignon Blanc deben consumirse temprano y con frío, así que ten algunas botellas a mano en el refrigerador. Está bien colocar las botellas de lado o almacenarlas en posición vertical.
No lo almacenes durante mucho tiempo
El Sauvignon Blanc generalmente no es un varietal que desees acumular en la bodega. Le gusta beberse joven, dejando que su acidez característica y su mineralidad verde brillante y audaz canten. Atrapar el contenido durante demasiado tiempo o mantener las botellas al aire libre puede confundir estas características vivaces, lo que lleva a un conjunto de sabores apagados o planos.

Bébelo frío
Como todos los vinos blancos, el Sauvignon Blanc debe servirse frío. Si está demasiado caliente, el alcohol se notará más mientras que los sabores y la acidez tendrán un sabor apagado. Demasiado frío, y los aromas y sabores se apagan.
El mejor rango de temperatura es de 8 a 11° C, que se puede lograr en dos horas en el refrigerador o de 30 a 40 minutos en un baño de agua helada. Si no se termina una botella de Sauvignon Blanc, reemplace el corcho y vuelva a colocarlo en el refrigerador. Los sabores se mantendrán frescos durante 2 a 4 días. Más allá de eso, el vino comenzará a oxidarse. En ese momento, es mejor utilizarlo para cocinar.
Encuentra su receta acompañante perfecta
Debido a su alta acidez y sabores frescos y brillantes, el Sauvignon Blanc es un vino apto para la comida. Los más ligeros pueden formar un buen aperitivo junto a quesos frescos o con mariscos y pescados blancos.
Las recetas a base de verduras también son excelentes para combinar con un Sauvignon Blan. Desde espárragos a la parrilla con perejil a judías verdes salteadas o ensaladas grandes. Si eres amante de los platos más protéicos, este vino también funciona bien con pescado, pollo y cerdo, especialmente si van acompañados de salsas cítricas.
Para descubrir recetas con Sauvignon Blanc y el resto de variedades de nuestros vinos, visita nuestro hashtag en instagram #MaridajesSanz.
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No son pocas las veces en las que hemos ido a descorchar una botella y se nos ha olvidado refrigerarla con antelación. Especialmente en verano es todo un chasco. ¡Pero hay solución! Aunque en este blog ya hemos hablado sobre alguna forma para conseguir que el vino esté a la temperatura perfecta, en este artículo te recopilamos las mejores y más efectivas formas para conseguirlo:
Agua, sal y hielo
El truco más “chulo” de los que te ofrecemos tiene su razón de ser en la ley de la termodinámica: “dos sustancias con diferentes temperaturas alcanzan el equilibrio térmico entre ellas”.
Pero vamos al grano: Echa en una cubitera (o un cubo) agua fría, sal, hielo y mete la botella de vino. Remueve y en unos minutos tendrás el vino en la temperatura perfecta.
Lo que ocurre es que la mezcla de la sal y el agua produce una reacción endotérmica, que absorbe energía. Para que la sal pueda disolverse, necesita el calor que obtendrá de la botella de vino, de forma que el frío de los hielos pasará más rápido al vino, ¡en solo unos minutos!
Uvas congeladas
Una idea ingeniosa es utilizar uvas congeladas para enfriar el vino. De esta forma no se quedará aguado, como pasaría si echásemos unos hielos.
Para este método solo se necesita un poco de previsión, dejando las uvas limpias y secas dentro de un táper en el congelador. Cuando necesites enfriar rápidamente un vino, simplemente introduce un par de uvas en tu copa y en un par de minutos estará frío.
Esta es la opción más natural, pero también se pueden comprar unos cubitos de hielo de acero inoxidable o silicona que cumplen la misma función.
Congelador
¿No tienes ni uvas ni hielo en el congelador? En ese caso, envuelve la botella en abundante papel de cocina y mójala para que se pegue bien al vidrio. Métela en el congelador unos 10 minutos en el vaso de un tinto o 15 para un blanco, ¡y listo!
Con estas 3 formas podrás tener tu botella lista en unos pocos minutos, si se te ha olvidado refrigerarla antes. También existen otros métodos como utilizar una funda de botella, o incluso un difusor enfriador. Pero estos son los más baratos, naturales, ¡e igualmente efectivos!