El maridaje es el arte de combinar un vino con un plato para que sus sabores se complementen entre sí y se eleven de la mano hacia la exquisitez. Un tema tan basto e importante que la enología precisa de un experto que lo lleve a cabo: El sumiller. Son ellos quienes han arrojado un poco de luz al momento de que vinos elegir según qué plato. Y si bien se han escrito muchas reglas sobre el maridaje a lo largo de los años, una de las piedras angulares del mismo es: la subjetividad. Es ella quien nos permite experimentar y reescribir las reglas una y otra vez.
Sin embargo, ya que el maridaje es un reto formidable para cualquier amante del vino y la gastronomía, existen ejes rectores que han logrado consenso entre más entendidos del tema. Directrices que te recomendamos seguir al momento de elaborar tus maridajes.
1. Armonía
Un buen maridaje debe comenzar con esta premisa: La coexistencia entre el plato y el vino tendrá que ser equilibrada, sus sabores deberán estar en perfecta sintonía; no deben robarse protagonismo. Si bien, el concepto de armonía en el maridaje es algo complicado de aplicar al principio, lo iremos desarrollando de manera intuitiva con la práctica, siempre recordando su base: los platos ligeros precisan vinos suaves, por el contrario, platos más densos vienen bien con vinos fuertes.
2. Peso
Si hablamos de ligereza y densidad, es preciso hablar de peso. El concepto del peso tanto en la gastronomía como en la enología, puede comprobarse —de manera literal— en el paladar: ¿Cómo cae al gusto el plato?, ¿Es suave o por el contrario difícil de digerir? y el vino ¿es ligero o más pesado en boca?
El peso del plato será determinado por la intensidad de los sabores de los ingredientes que lo componen, mientras que el peso del vino está definido por lo penetrante de su sabor, conferido por factores como: la región de producción, el tipo de uva con la que se elabora, su crianza (ya sea esta en depósito, barrica o botella), el contenido de alcohol, entre otras cosas.
Así pues, un vino blanco es más ligero que un tinto joven, quien a su vez es más tenue que un vino tinto reserva o gran reserva. A modo de ejemplo, podemos decir que las ensaladas quedan perfecto con vinos blancos jóvenes, los mariscos casan muy bien con vinos blancos más construidos, mientras que los tintos jóvenes van mejor con carnes rojas, aunque, si esta última es preparada con salsas, lo mejor será optar por un vino tinto reserva o gran reserva ya que la salsa tiende a enmascarar el sabor de la carne, necesitando por tanto, un vino potente que haga juego con ella. Debemos pues, encontrar un balance siempre entre el peso del plato y el vino para obtener un buen maridaje.
3. Acidez
Procura siempre maridar platos con vinos cuya acidez sea mayor. Dado que el vino es por naturaleza ácido —Siendo generalmente los más ácidos, los vinos blancos y en menor medida los tintos—, no debería haber mayor problema al buscarles un plato que vaya bien con ellos. Habrá que tener en cuenta la acidez de los ingredientes con los que se preparara el plato para sugerir un vino acorde. Por ejemplo: si nuestro plato es preparado con mucho limón o lleva entre sus ingredientes algunos vinagres; habrá que elegir un vino con una acidez elevada (vino blanco, por ejemplo), por el contrario, si nuestro plato es a base de ingredientes dulces, precisara entonces un vino menos ácido (Como un tinto joven).
4. Salsas
Si bien hemos dicho ya que es clave la atención a los ingredientes del plato para un correcto maridaje, un recurso del que podemos hacer uso si esto no nos es posible —porque fuiste invitado a una reunión y eres el encargado de llevar la botella de vino, por ejemplo—, será el de maridar la salsa y no el plato en su conjunto. Dado que las salsas son, en su mayoría, de sabores más fuertes que el plato en sí mismo, maridar vinos acorde a ellas, garantizara siempre un resultado óptimo.
5. Congruencia
Este consejo va muy de la mano con los dos primeros, y es que, para asegurar un maridaje sin problemas —sobre todo si se es principiante—, se debe ser congruente en todo momento entre los sabores que presenta nuestro vino con los de nuestro plato, las similitudes entre ambos será la clave.
Estamos seguros que con estos consejos podrás adentrarte y avanzar en el mundo del maridaje. Recuerda que, aunque se han escrito infinidad de reglas al respecto, con estas recomendaciones, podrás experimentar en tus combinaciones de manera muy sólida y llevarlas siempre a buen término.
Queridos Winelovers, el mundo vinícola es muy extenso, a veces apabullante; pero siempre muy interesante. Ya sea que goces de amplia experiencia o seas un novel en este mundillo, siempre viene bien repasar algunos consejos básicos, es por esto que te traemos una pequeña guía con 5 errores de principiante con el vino.
1. Mal descorchado
Desde agitar la botella, hasta ensuciar el vino con viruta de corcho —errores típicos de quienes recién van comenzando en el mundo del vino y no prestan atención a estos detalles—. El descorche es un paso tan importante que tiene, incluso, su propio ritual. Para un correcto descorche de nuestra botella de vino es primordial seguir los siguientes pasos: se retira primero el envoltorio que recubre la boquilla (para evitar residuos dentro del envase), después, se debe centrar el sacacorchos y enroscar cuidadosamente evitando hacer presión sobre el corcho, siempre procurando de no atravesarlo completamente, ya que, si la punta del sacacorchos sale por la parte inferior del corcho, depositara residuos de este último en el vino, empañando su presentación ante nuestros invitados, por último, se debe de extraer el corcho con gentileza, evitando el sonido de vacío ya que esto puede revolver el vino al interior de la botella.
2. No dejarlo respirar
Los vinos son algo vivo, es decir, evolucionan. Desde que están en la barrica hasta cuando lo sirves en tu copa. Descorchar una botella de vino y darle tiempo a este para que se oxigene, enriquece en gran medida su personalidad; devela los grandes secretos aromáticos que celosamente guarda. Es por esto que airear un vino es buena idea —aunque, contrario a lo que se cree, no hace falta ni 20 minutos, mucho menos media hora para que esté a punto, uno o dos minutos son suficientes—. No dejar airear un vino y servirlo justo al descorcharlo, es un error de principiante muy básico, pero del que estamos seguros te libraras de una vez por todas.
3. Beberlo incorrectamente
Sabemos que en ocasiones los dos puntos anteriores son tediosos: retirar el corcho, dejarlo respirar—te prometemos que todo ese arduo trabajo tiene su recompensa—, es por esto que en ocasiones tendemos a beber la primera copa de golpe. Al vino hay que dejarle que cobre vida en el paladar y que este se adapte a la bebida que recién recibe: esto lo logramos con un primer sorbo pequeño. Una vez hecho esto podemos continuar bebiendo en sorbos grandes. Está demostrado que los sorbos grandes ayudan a identificar mejor los sabores del vino, pues dependiendo del volumen del trago será la interacción del vino con la saliva. Si no se permite esta interacción y se bebe la copa de un solo trago, se está desperdiciando la oportunidad de conocer a fondo el carácter del vino que se degustando, algo que sin duda es un error de principiante.
4. Guiarse por el precio
Un vino no mide su calidad por el valor monetario que ostenta en el aparador; está va más allá de una simple etiqueta de precio en el supermercado. Degustar un vino es sobre sensaciones: la gama de colores que presenta a tus ojos al servirlo en la copa, ¿Qué tan gentil, amable y atractivo es para el olfato?, ¿qué matices muestra al encontrarse con tu boca?, ¿cómo se desnuda en tu paladar? Y finalmente ¿qué emociones y sentimientos te evoca al beberlo? Como ves, el costo por ningún lado es un factor fundamental. Es por esto que adquirir una botella de vino imaginando que su calidad está asegurada por su alto valor económico es un error garrafal.
5. Descuidar su almacenamiento
Si bien el vino se recomienda guardarlo los primeros días de forma vertical después de su descorche (Para que se asienten en el fondo de la botella sus posibles sedimentos), lo ideal es mantenerlo en posición horizontal, pues permite humedecer el corcho, quien a su vez, mantiene bien sellada la botella. La temperatura también es crucial en la conservación de nuestros vinos: mantenerlos a una temperatura constante de 20 grados centígrados y con sombra es lo ideal. Es por esto que no prestar atención en su almacenamiento es incorrecto.
Con estos consejos a la mano estamos seguros que no cometerás estas metidas de pata nunca más ¡A qué esperas para servir una copa y ponerlos en práctica!