En la capital no paran de aparecer sitios nuevos, que rápidamente se ponen de moda, mientras otros siempre están dispuestos a volver a sorprendernos, y no quieren quitarse la corona de «trendy». Hoy vamos con uno de esos repasos de los restaurantes más de moda en Madrid. Un poco de postureo y buena comida nunca vienen mal, ¡vamos al lío!
Nômâda
Restaurante chulo donde los haya. El decorado y el espectáculo de baile oriental no están pagados. Especial mención merecen el hummus, la dorada al horno picante, o el pollo marinado. Prepárate para música, rituales y una atmósfera diferente a cualquier otro rincón de Madrid, ¡toda una experiencia! Y para acompañar esta locura gastronómica, nada mejor que una copa de La Chalada.
Encuéntralo en C. Serrano, 41
La Bien Aparecida
Este exitoso restaurante destaca por su cocina cántabra y su precioso interiorismo, digno de una cena 5 estrellas. Puedes pedir su menú degustación (está todo riquísimo) o dejarte llevar por platos como sus croquetas (famosas por su cremosidad) las alcachofas – son de otro mundo -, y platos como los arroces, ¡el de sepia y el meloso increíbles! Marídalos con nuestro Finca La Colina Sauvignon Blanc.
Encuéntralo en C. de Jorge Juan, 8
La Más Rica de Chamberí
Local lleno de encanto, con terracitas que son una delicia. Raciones muy ricas. Ojo al paté de mejillones con salsa wasabi y al pulpo a la gallega. Ideal para una noche por el centro, y cómo no, puedes endulzar tu cena con una copa de La Chalada.
Encuéntralo en Calle de García de Paredes, 27
La Bonita
Un ambiente recogido, original, y muy acogedor. ¡Y puedes ir con tu perro! El «tataki de salmón encurtido en remolacha sobre causa limeña» es para quitarse el sombrero, pero realmente todos sus platos para compartir están riquísimos: croquetas, bravas moradas, tacos… Si vas con amigos, pedid una botella de El Loco o La Chalada para una experiencia 360.
Encuéntralo en C. de Rosario Pino, 15
Mano de Santa
Sabores exquisitos y delicados. La crema de zanahoria y el mero, están para chuparse los dedos. De postre, increíble la tarta de queso y lima. Este local de moda tiene una decoración muy cuidada que te enamorará. Si estás por el barrio de Salamanca, acércate a probarlo y a disfrutar con una copa de Finca La Colina Verdejo.
Encuéntralo en Calle del General Díaz Porlier, 95
Amazónico
Restaurante de cocina asiática, mediterránea y brasileña, con temática amazónica y jazz en directo. La decoración tipo selva es su mayor encanto. Una carta llena de fusiones que podrás maridar con nuestro Finca La Colina Sauvignon Blanc.
Encuéntralo en C. Jorge Juan, 20
Sin duda uno de los fenómenos más extraños en la naturaleza es el lloro de la vid.
Durante el invierno la vid entra en una especie de letargo y sus funciones se detienen a espera de la primavera. Es aquí cuando el vinicultor realiza la “poda de invierno”, paso fundamental para que la vid pueda crecer de manera sana y sus frutos sean de mejor calidad al momento de la vendimia —de la que te hablaremos en otra ocasión—. Justo durante el mes de marzo comienza el lloro de la vid, el cual anuncia al vinicultor la primavera entrante —aunque no el fin del invierno puesto que la vid puede comenzar a llorar unas semanas antes de su conclusión, algo que se conoce como “Invierno de viñedo”—.
Pero ¿Qué es en sí mismo el lloro de la vid?
Pues bien, la vid es una planta cuya raíz se extiende en lo profundo de la tierra en búsqueda de agua para acumular reservas de nutrientes, que le serán útiles al finalizar el invierno. En primavera, al calentarse el suelo, la raíz detecta el cambio de temperatura y despierta a la planta de su inanición, los nutrientes almacenados correrán por el torrente de la vid en forma de savia hasta sus últimos rincones, proceso que se interrumpe debido a los cortes realizados durante la poda de invierno, por los cuales brota la savia en forma de lágrima, de ahí su nombre.
Este lloro busca sanar las heridas de los cortes de la poda en la vid para que esta continúe con su ciclo anual, esto lo logra convirtiendo la savia en el corte en una sustancia gomosa; una vez cerrada la herida comienzan a crecer nuevas ramas en la planta —también llamadas brazos—, que darán paso al “desborre” o brote de los pámpanos que luego se convertirán en la uva a cosechar.
¿Cuánto llora la vid?
La vid puede llorar entre una semana y diez días: dependiendo del grosor del corte, la climatología y la calidad del suelo del viñedo. La cantidad de savia que llora la vid varía en función del tamaño de sus raíces, pero se estima que una cepa puede llorar hasta 5 litros durante todo el proceso. Contrario a lo que podría esperarse, esto no debilita la planta, la prepara para un correcto desarrollo; ya que el sabor de sus frutos depende directamente de la concentración de azucares y ácidos que se acumulan en su interior, por lo que el follaje debe ser de la mejor calidad posible y esto se logra con la poda y el lloro, de ahí la importancia de dichos procesos.
El lloro de la vid, lejos de ser una situación que refleje tristeza, es motivo de alegría pues celebra el renacer de la planta y el arribo de la primavera; el comienzo de un nuevo ciclo y una nueva añada para el viñedo.