Especialmente en verano es todo un chasco. ¡Pero hay solución! Aunque en este blog ya hemos hablado sobre alguna forma para conseguir que el vino esté a la temperatura perfecta, en este artículo te recopilamos las mejores y más efectivas formas para conseguirlo:
Agua, sal y hielo
El truco más “chulo” de los que te ofrecemos tiene su razón de ser en la ley de la termodinámica: “dos sustancias con diferentes temperaturas alcanzan el equilibrio térmico entre ellas”. Pero vamos al grano: Echa en una cubitera (o un cubo) agua fría, sal, hielo y mete la botella de vino. Remueve y en unos minutos tendrás el vino en la temperatura perfecta. Lo que ocurre es que la mezcla de la sal y el agua produce una reacción endotérmica, que absorbe energía. Para que la sal pueda disolverse, necesita el calor que obtendrá de la botella de vino, de forma que el frío de los hielos pasará más rápido al vino, ¡en solo unos minutos!
Uvas congeladas
Una idea ingeniosa es utilizar uvas congeladas para enfriar el vino. De esta forma no se quedará aguado, como pasaría si echásemos unos hielos. Para este método solo se necesita un poco de previsión, dejando las uvas limpias y secas dentro de un táper en el congelador. Cuando necesites enfriar rápidamente un vino, simplemente introduce un par de uvas en tu copa y en un par de minutos estará frío. Esta es la opción más natural, pero también se pueden comprar unos cubitos de hielo de acero inoxidable o silicona que cumplen la misma función.